¿»Más autista» después del diagnóstico?

Mask isolated on white background. 3d illustration.

Este último sábado estuvimos reunidos con un nutrido grupo de adultos autistas por el día del orgullo autista. Dentro de los temas que se dieron en la conversación, uno fue el del camuflaje. Este fenómeno supone esconder características del comportamiento autista, tratando de asemejarse con otrasn neurotípicas.
En una sociedad neuronormativa que penaliza la diferencia mientras más «normal» actúes mayores serán tus posibilidades de ser incluido, aceptado o acaso menos acosado.
Ser neurotípico se vuelve una aspiración, algo deseable -o preferible- porque otorga ciertos privilegios.
No todos los autistas pueden llegar a enmascarar sus características, ciertamente. Y quienes más lo logran lo hacen al precio de un deterioro considerable en su salud mental y física.

Las primeras tentativas se inician en la infancia. Las formas de interacción autista son sancionadas como inadecuadas y el niño no sabrá el por qué. Va comprendiendo, en su fuero interno, que su modo de actuar no es válido. Entonces, un modo de conjurar la ansiedad que le provoca la constante exclusión y penalización de su manera de ser estará en copiar la conducta de los demás, aquella que ve funcionar con cierto éxito en los demás. A pesar de no entenderla del todo será preferible a no pertenecer.
Terrible destino: para estar debo dejar de ser. A la larga se instalará la despersonalización, una erosión en la autoestima, una ambivalencia hacia la máscara y un frágil amor -muy parecido a la melancolía- frente a ese yo que para subsistir debe esconderse, que se resiste a desaparecer del todo.

Todos actuamos, qué duda cabe. Variamos nuestras formas según los contextos. El yo del hogar difiere al del trabajo, el yo con los amigos es distinto al que da una conferencia. Pero no es otro. En la mayoría de los casos, hay un hilo conductor que que unifica y da continuidad a todas esas actuaciones donde uno puede reconocerse.
En la vía del enmascaramiento autista el yo se fragmenta en un otro que debe actuarse siempre de modo demasiado consciente, eligiendo qué decir con sumo cuidado, calibrando qué acción tomar, tratando de calcular la probabilidad de que lo que hago salga bien; en suma, sumiendo en un profundo desgaste a quien debe pretender la neurotipicidad. De allí los colapsos profundos, la ansiedad que se generaliza, la depresión, el cuerpo deteriorado por las sobrecargas de cortisol que el estrés constante genera.

El diagnóstico de autismo resignifica la existencia: para estar debo ser. No había nada malo en ese yo que debió recluirse para persistir en la vida. Para estar, para habitar, para poder contar mi historia, debo ser. Y para ello debe caer la máscara. Empezar el re-conocimiento de sí. Expandir el yo autista a la conquista de lo cotidiano.
Nadie se «vuelve» más autista luego del diagnóstico: empieza a serlo sin culpas.
A través de distintos procesos, no exentos de contramarchas muchas veces, la vida comienza a ser de uno mismo: soy autista y estoy aquí.

Por Ernesto Reaño

Hola a todos y todas, soy psicólogo y lingüista. Estudié psicología clínica en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Hice mi máster en Ciencias del Lenguaje por la Sorbonne Nouvelle Paris – III (Francia). Realicé especializaciones doctorales en la Universidad Autónoma de Madrid y la Université de Limoges. Hice mi doctorado en Ciencias del Lenguaje por la Université Sorbonne Nouvelle Paris - III (Francia). Desde el 2008 en que regresé al Perú, me a la investigación, dignóstico e intervención en Condiciones del Espectro Autista En el 2009 fundé el Equipo de Investigación y Trabajo en Autismo (EITA). Doy conferencias, seminarios y talleres en el Perú y en el extranjero y soy profesor universitario desde el 2006. En el 2007 escribí el libro “El retorno a la aldea. Neurodiversidad, autismo y electronalidad.” Fui invitado a la ONU el 2 de abril de 2019 en el marco del día mundial de concientización del autismo “Tecnologías de asistencia, participación activa” como ponente en el panel “Comunicación: un derecho humano”.

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