Una afección benigna me llevó a una reciente operación a la lengua. Durante unas 5 horas me fue imposible hablar. Después del quirófano mi primera parada fue la farmacia de la clínica. Tenía una receta escrita pero no podía pronunciar mi documento de identidad. Tuve que mostrarlo, usar algunas mímicas simples de agradecimiento. Nada serio. A solas con mis pensamientos y más consciente de ellos.
Pronto el efecto de la anestesia desapareció y el dolor intenso me quebraba. Los analgésicos recetados hubieran calmado un ligero dolor de cabeza pero no una cirugía lingual. No podía decir que necesitaba un medicamento más fuerte, tuve que intentar escribirlo y luego textear mi pedido de ayuda por WhatsApp a quien me acompañaba… mis gestos poco podían expresar lo que necesitaba en ese momento.

Hablar nos parece lo más natural, al fin y al cabo es lo que emerge de nuestras primeras interacciones. Cuando el desarrollo del habla se retrasa surge una entendible preocupación: solemos asociar el hablar con el pensar. A veces, se trata sólo de un inicio tardío del habla, otras de un retraso más significativo. A veces el lenguaje no emerge como en las apraxias. A veces el habla no aparecerá para un buen porcentaje de personas autistas.

El que una persona autista hable es un deseo principal y entendible de padres y cuidadores. Pero cuando el habla no aparece, ¿cuál es el deseo de la persona autista no hablante? Seguramente comunicar. Pero cómo, si esas largas e interminables sesiones de terapia de lenguaje no habrán de funcionar conmigo. Y mis pensamientos distintos del lenguaje resuenan y retumban sólo para mí.

Por 5 horas no pude hablar y mis medios para hacerlo eran torpes, pero al menos tenía aparatos para facilitar, de manera escrita, mi sentir. Privado de ellos no habría podido comunicar mi dolor y quizá un golpe contra una pared hubiese sido una forma de tratar de descargar esa frustración: ¿nos suena conocido?

El autista no hablante no sufre por haber perdido el habla que nunca tuvo… lo hace porque le han robado su deseo y posibilidad de comunicar, su derecho humano de hacerlo. Porque el deseo de que hable se transforma en decepción al no hacerlo y una sentencia cae sobre él: «bajo funcionamiento». Y con ello se le declara incompetente para expresarse.

Hoy, que existen una serie enorme de estudios y soportes en comunicación aumentativa y alternativa, no debería de existir ningún autista que no encontrase una manera efectiva de comunicarse. Y de acceder con ello a la educación regular, superior, técnica, incluso universitaria. Ningún autista debería de tener un «techo», un límite sentenciado por nuestras expectativas y usos particulares de nuestro lenguaje… de UN lenguaje.

Por 5 horas sobreviví con un soporte que facilitó mi comunicación. ¿Por qué un autista no hablante no habría de acceder a uno que le facilite su comunicación de por vida? Los sujetos perversos se apropian de los deseos de los demás. Un lenguaje tiránico expropia toda forma alterna de comunicación. Y de vivir.

Por Ernesto Reaño

Hola a todos y todas, soy psicólogo y lingüista. Estudié psicología clínica en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Hice mi máster en Ciencias del Lenguaje por la Sorbonne Nouvelle Paris – III (Francia). Realicé especializaciones doctorales en la Universidad Autónoma de Madrid y la Université de Limoges. Hice mi doctorado en Ciencias del Lenguaje por la Université Sorbonne Nouvelle Paris - III (Francia). Desde el 2008 en que regresé al Perú, me a la investigación, dignóstico e intervención en Condiciones del Espectro Autista En el 2009 fundé el Equipo de Investigación y Trabajo en Autismo (EITA). Doy conferencias, seminarios y talleres en el Perú y en el extranjero y soy profesor universitario desde el 2006. En el 2007 escribí el libro “El retorno a la aldea. Neurodiversidad, autismo y electronalidad.” Fui invitado a la ONU el 2 de abril de 2019 en el marco del día mundial de concientización del autismo “Tecnologías de asistencia, participación activa” como ponente en el panel “Comunicación: un derecho humano”.

Un comentario sobre «La tiranía del lenguaje único.»

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