La teoría polivagal de Stephen Porges subraya que nuestro sistema nervioso autónomo busca constantemente la seguridad. Para ello, el mecanismo de la neurocepción monitorea, de modo inconsciente, los entornos alertando sobre potenciales peligros, activando las defensas necesarias y buscando un retorno al equilibrio.
Cuando nos sentimos seguros podemos desarrollar una adecuada conexión con los demás (de acuerdo a las características propias de nuestro neurotipo) y generar vínculos sólidos y estables. Un apego seguro con los cuidadores es la base para la confianza posterior en uno mismo y en la vida. Es la condición para retomar el desarrollo de manera adecuada luego de algún suceso difícil, doloroso o traumático.

Cuando el niño se siente inseguro o no confía en la consistencia de sus cuidadores, desarrolla un tipo de apego ambivalente, no sabe que esperar de de ellos; esto se vive con ansiedad y angustia. Cuando aprende que en definitiva no puede contar con sus cuidadores, tiende a evitar el vínculo, ante la posibilidad del sufrimiento. Cuando se mezcla aquella ansiedad con la evitación, el apego se vuelve desorganizado, es decir rechaza el vínculo o reacciona de modo violento contra él.
Desarrollar vínculos lo suficientemente seguros tienen que ver con las habilidades para el cuidado, protegiendo, haciendo sentir, también, protección respecto de entornos que puedan ser percibidos como peligrosos o amenazantes.

Es fundamental, cuando se cuida de un niño autista, poder comprender su perfil sensorial, saber que el impacto de los estímulos sobre sus sentidos puede ser decodificado, percibido, por encima o debajo del umbral típico (hipersensibilidad o hiposensibilidad). Así, estímulos que para un niño neurotípico pueden no entrañar mayor dificultad, para él pueden ser vividos como peligrosos o extremadamente amenazantes.
De la misma forma, su mente, su cognición, busca la predictibilidad y lo constante. Cambios que pueden ser simples para otros ellos pueden vivirlos con extrema ansiedad.
Afectivamente, muchas veces no son comprendidos en su manera de dar cariño o amistad y son comparados o invalidados al no dar afecto de la forma típica. Esto trae como consecuencia alta frustración y estrés.

Un cuidador puede tener las mejores intenciones, la mayor disposición para hacer las cosas bien, para cuidar y proteger y aún así fallar a su pesar, generando formas de apego inadecuadas que tiendan a lo ambivalente-ansioso, a lo evitativo, a lo desorganizado. Al no conocer el perfil sensorial, el procesamiento afectivo y cognitivo propio del autismo en general y en su hijo en particular, no podrá protegerlo de modo adecuado, no brotará la confianza suficiente con la que se cree en uno mismo y se apuesta por la vida.
El no saber es descuido cuando se persevera en él.

Como cuidadores siempre vamos a errar, es parte de la dimensión humana. El error no es problemático cuando hay una reparación del mismo. Para cuidar y reparar he de conocer cómo experimenta el mundo y sus entornos quien está a mi cuidado. Su hijo necesita la seguridad de su mirada, que esta le devuelva en su reflejo la comprensión: «sé quién eres, sé cómo eres, por ello voy a poder cuidarte, voy a cuidarte».
Esa mirada le dice que puede confiar que la vida, pese a todos sus tropiezos, merece siempre ser retomada. Ocurrirá así porque puede volver a usted en el recuerdo.

Por Ernesto Reaño

Hola a todos y todas, soy psicólogo y lingüista. Estudié psicología clínica en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Hice mi máster en Ciencias del Lenguaje por la Sorbonne Nouvelle Paris – III (Francia). Realicé especializaciones doctorales en la Universidad Autónoma de Madrid y la Université de Limoges. Hice mi doctorado en Ciencias del Lenguaje por la Université Sorbonne Nouvelle Paris - III (Francia). Desde el 2008 en que regresé al Perú, me a la investigación, dignóstico e intervención en Condiciones del Espectro Autista En el 2009 fundé el Equipo de Investigación y Trabajo en Autismo (EITA). Doy conferencias, seminarios y talleres en el Perú y en el extranjero y soy profesor universitario desde el 2006. En el 2007 escribí el libro “El retorno a la aldea. Neurodiversidad, autismo y electronalidad.” Fui invitado a la ONU el 2 de abril de 2019 en el marco del día mundial de concientización del autismo “Tecnologías de asistencia, participación activa” como ponente en el panel “Comunicación: un derecho humano”.

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