Necesitamos de profesionales que tengan una visión antropológica del autismo.
Que puedan verlo como quien se aproxima a una cultura diferente. Con la capacidad de intentar captar la le ser autista y comprender su lógica, su forma de vida.
Capaces de ser empáticos con la expresión de una vida que siendo radicalmente diferente es, también, humanamente, necesariamente, próxima.

Que intente pensar «en autista». Que trate de privilegiar el pensamiento en detalles: de las partes al todo.
Que comprenda la profundidad de sus intereses y sepa de la pasión al repetirlos: al intentar comprenderlo todo.
Que conozca su necesidad de sistematizar el mundo para hacerlo predecible, comprensible. Habitable.

Que sienta «en autista». Que reconozca formas de afecto insospechadas y las juzgue como un encuentro gozoso con el otro. En el compartir objetos inusuales, en el ofrecimiento de soluciones en vez de gestos, en la información abundante, en la compañía silenciosa. Que vea en todo ello formas de cuidado, que aprenda a hacerlo de esta manera y que se deje, además, cuidar.
Que vea sus esfuerzos por estar en el mundo como algo intolerable. Nadie debe esforzarse por ser incluido donde por derecho debe encontrarse. Que haga algo para una convivencia en equidad. Que su trabajo en el autismo abarque el amor por la justicia.

Que perciba «en autista». Que pueda imaginar la ansiedad y la sensación de peligro frente a estímulos que pueden sentirse amenazantes aunque para el resto sean tolerables o habituales. Que busque la seguridad en los espacios que compartan y que dé herramientas y tecnologías para poder regularse, para poder sentirse a salvo. Que haga accesible el espacio que discapacita. Que asista en toda situación de discapacidad que no podamos acomodar.

Que desarme el esquema de lo neurotípico para convertir la condena de lo igual en rituales de la diferencia.
Y que se comprenda parte de ella como para como para necesitar redefinir lo humano. Que al haber pensado, sentido, percibido «en autista», al hacerlo cada día, halle en todas aquellas divergencias el origen que nos hace prójimos.
Y que se sepa aun así tan otro como para acompañar sin pretender ser ni su voz ni su deseo ni la existencia donde se han podido encontrar.

Por Ernesto Reaño

Hola a todos y todas, soy psicólogo y lingüista. Estudié psicología clínica en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Hice mi máster en Ciencias del Lenguaje por la Sorbonne Nouvelle Paris – III (Francia). Realicé especializaciones doctorales en la Universidad Autónoma de Madrid y la Université de Limoges. Hice mi doctorado en Ciencias del Lenguaje por la Université Sorbonne Nouvelle Paris - III (Francia). Desde el 2008 en que regresé al Perú, me a la investigación, dignóstico e intervención en Condiciones del Espectro Autista En el 2009 fundé el Equipo de Investigación y Trabajo en Autismo (EITA). Doy conferencias, seminarios y talleres en el Perú y en el extranjero y soy profesor universitario desde el 2006. En el 2007 escribí el libro “El retorno a la aldea. Neurodiversidad, autismo y electronalidad.” Fui invitado a la ONU el 2 de abril de 2019 en el marco del día mundial de concientización del autismo “Tecnologías de asistencia, participación activa” como ponente en el panel “Comunicación: un derecho humano”.

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