2 de abril: más allá de la «inclusión».

Laura es autista, tiene 10 años, lidia con el sonido que devuelve recreo. El gozo de sus compañeros le impide copiar la tarea, -¡siempre demoras tanto Laura!-. Afuera, entre las risas, nadie nota su ausencia.
Carlos de 6 años no habla pese a las intensas terapias de lenguaje. Entiende todo pero algo pasa con esos «cantos» que escucha en los demás. Salta mucho y corre de un lado a otro. No entiende por qué, a veces, le cantan con ese tono tan grave cuando hace eso. No suenan como aquellos que lo acarician. Lo asustan. Y se golpea muy fuerte.
Este año termina la secundaria y Pedro se siente más lejano. De reojo, la vida de la clase pasa para él y todos hablan del futuro. Él no puede sino pensar en el pasado, de interminables horas de acoso y soledad. ¿Qué podría venir que fuese prometedor?

Para Laura, Carlos, Pedro, para tantos, la «inclusión educativa» sería una buena idea. «No dejar nadie atrás», un imperativo llamado al mármol. ¿Quién podría oponerse a ello?
Este año, el tema que la ONU propone para este 2 de abril es «Educación inclusiva de calidad para todos». Se nos recuerda que el artículo 24 de la Convención de los Derechos de la Persona con Discapacidad la garantiza y añade la necesidad de los apoyos y ajustes razonables para cada persona.
Un recreo más ha pasado sin Laura; Carlos vuelve a salir de terapia sin esos sonidos que le cantan, de alegría y miedo; Pedro no levanta la mirada, tiene al pasado por delante.
«Inclusión» se escribe en carteles y señores y señoras muy complacidos se felicitan de tener ideas e intenciones tan buenas, tan notables. La corta distancia al paternalismo… y al prejuicio.

¿Cómo puedo «incluir» a alguien que vive a mi lado, a quien ya está allí? Si se habla de «inclusión» es porque existe algo previo: la marginalización. Acabar con las formas que la producen es la solución. La «inclusión» es un paliativo que agrava el problema volviéndolo crónico. Cada vez que se escuche «inclusión» es porque la marginalización está presente.

La palabra “inclusión” significa: “Poner algo dentro de otra cosa o dentro de sus límites.” Etimológicamente equivale a “clausura” (del latín «claudere» equivalente a “cerrar”).  In-claudere es “encerrar”, igual al significado actual: colocar algo dentro de límites que le son ajenos (ie: encerrar).

«Incluir» reclama «tolerar», se nos pide ser tolerantes con la diferencia. No debemos «tolerar» a nadie. Una cultura que cambiase la idea de «inclusión» por la de «convivencia» educaría en el «respeto». Se nos reprochará que son sólo palabras. “Words, words, words” (“Palabras, palabras, palabras”), como dijese Hamlet a Polonio para evadir una respuesta. No es mero cambio (“convivencia” por “inclusión”) lo que nos importa sino la mentalidad, cómo nos representaremos las cosas al pronunciarlas, al pensarlas.

El año pasado, el tema del 2 de abril fue «Inclusión en el lugar de trabajo». Las alarmantes tasas de desempleo, mayores al 80% a nivel mundial en adultos autistas no ha cambiado. El próximo año no mejorarán las condiciones escolares para las Lauras, los Carlos, los Pedros, para cada autista. Porque encierro en un espacio, incluyo, al que esta marginado, no le reconozco con derecho a habitar simplemente por estar. Si lo viese como quien vive a mi lado, comparto mis días, el solo respeto me haría buscar la equidad, la participación, el sabernos atados a una misma y humana condición y a todas sus diferencias.
Se escoge tal o cual palabra en virtud no sólo de lo que alude sino, también, por lo que connota: por el destino que señala. Se eligen, también, las “palabras, palabras, palabras” porque nos permiten crear mundos más sensatos, arquitecturas de vida. Porque destierran las distancias y lo ajeno.

Por Ernesto Reaño

Hola a todos y todas, soy psicólogo y lingüista. Estudié psicología clínica en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Hice mi máster en Ciencias del Lenguaje por la Sorbonne Nouvelle Paris – III (Francia). Realicé especializaciones doctorales en la Universidad Autónoma de Madrid y la Université de Limoges. Hice mi doctorado en Ciencias del Lenguaje por la Université Sorbonne Nouvelle Paris - III (Francia). Desde el 2008 en que regresé al Perú, me a la investigación, dignóstico e intervención en Condiciones del Espectro Autista En el 2009 fundé el Equipo de Investigación y Trabajo en Autismo (EITA). Doy conferencias, seminarios y talleres en el Perú y en el extranjero y soy profesor universitario desde el 2006. En el 2007 escribí el libro “El retorno a la aldea. Neurodiversidad, autismo y electronalidad.” Fui invitado a la ONU el 2 de abril de 2019 en el marco del día mundial de concientización del autismo “Tecnologías de asistencia, participación activa” como ponente en el panel “Comunicación: un derecho humano”.

2 comentario sobre «2 de abril: más allá de la «inclusión».»
  1. Gracias Ernesto,es una realidad muy cruda,que no se enfoque aa
    Las personas dentro de la sociedad como una normalidad y que sean los docentes quién se adapten a cada persona y sus necesidades,pero para eso debería existir la vocación y un gran esfuerzo,dedicación y educación desde la raíz del problema en la sociedad actual,para ello hay que cambiar y despedir a la inmensa mayoría de docentes y políticos que tapan estás evidencias en el derecho de las personas y por una educación igual para todos y la falta de medios y preparación de sus docentes,la mayoría sin vocación alguna de contribuir a una sociedad más normal,sensata y justo con los valores humanos

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