El Día del Orgullo Autista fue celebrado por primera vez el 18 de junio de 2005 a iniciativa del colectivo Aspies for Freedom, en aquella ocasión el tema fue «aceptación, no cura».
Dieciocho años han pasado desde aquella iniciativa. Hoy es mundial y es celebrada por muchas organizaciones y colectivos de personas autistas.
En el Perú se celebró por primera vez en el 2018, a iniciativa de EITA, con una reunión al aire libre que fuera repetida desde entonces cada año. Este 2023 no será la excepción.
Dada la experiencia de años pasados, me permito hacer las siguientes precisiones y sugerencias:
– Este día se enmarca dentro de las luchas del moviendo de la neurodiversidad, el cual es un movimiento de justicia social que lucha por los derechos de las personas neurodivergentes.
– El autismo más que un diagnóstico o una etiqueta, es una identidad para muchas personas. Sentirse «orgulloso» de ser uno mismo, en medio del prejuicio, la discriminación, la falta de ajustes y accesos, es plantarle cara al capacitismo y poder decir: «estoy orgulloso de ser como soy, no soy alguien defectuoso ni con un trastorno, mi libertad de ser y de existir no debería ser anulada ni destruída; soy autista y mi visión de la realidad, mi diferencia, enriquece y no pone en peligro a nadie en el mundo, al contrario. Tengo una vida y deseos que me pertenecen y no deberían ser menos realizables que los tuyos».
Así, sentirse orgulloso es resistir, encontrarse valioso y digno de amarse y de amar tal como uno es.
– Nadie está obligado a celebrar este día. Si usted no se siente identificado puede continuar su rutina como cualquier otro día. Si no puede guardar respeto intente ser al menos tolerante.
– Esta es una celebración especialmente de personas y colectivos autistas. Si usted no es autista, puede acompañar desde en segundo plano. No le diga a un autista qué o cómo debe o puede celebrar algo que tiene que ver únicamente con ellos y con su identidad expresada en este día (y en todos).
Construir una sociedad justa requiere deconstruir las injusticias. Requiere derribar prejuicios. Exige conocer y respetar las diferencias. Supone ver en todo rostro lo humano que nos une en esta existencia. Requiere de tolerancia que se transforme en respeto. Porque una sola vida libre nos beneficia a todos. Porque la expulsión del diferente vulnera nuestra condición humana. Porque nuestra humanidad se basa en la diversidad, en la libertad de existir en las diferencias que también nos hacen semejantes.