«Alexitimia» significa, literalmente, «sin palabra para la emoción». Designa la dificultad para traducir las sensaciones a conceptos y, por tanto, a un vocabulario emocional. La Rochefoucauld en sus «Máximas» se preguntaba si podríamos sentir amor si no tuviésemos la palabra «amor». Podríamos tener una serie de sensaciones frente a una persona pero no tendríamos un concepto que las agrupe y nos permita unirlas para hablar de ellas. Presentar alexitimia implica no poder diferenciar las sensaciones corporales de aquello que las ocasionan, por ejemplo, la tensión muscular frente al estrés, es decir, poder interpretarlas.
La interocepción es el sentido que nos permite percibir, dar significado, a las señales internas de nuestro cuerpo. Por ejemplo, poder interpretar un dolor estomacal y relacionarlo con una comida que nos cayó mal; el adormecimiento en los párpados como señal de sueño. Las dificultades a nivel interoceptivo nos impedirán saber cuándo tenemos hambre o sed, a decodificar adecuadamente el frío o el calor, interpretar el dolor de modo que podamos juzgar el pedir ayuda.
En muchas personas autistas se reportan problemas con la interocepción, también una proporción significativa presenta alexitimia. De hecho, algunos autores señalan que podría haber un nexo entre ambos (aunque no existe aún consenso al respecto; véase, por ejemplo, el libro «Interoception and regulation» de Emma Godall y Charlotte Bownlow).
En un punto en el cual parecen encontrar mayores similitudes -en el autismo- es en el reconocimiento y manejo de la ansiedad. Por un lado, desde un punto de vista interoceptivo puedo tener dificultades en percibir los cambios en la respiración o los latidos del corazón que acompañan la ansiedad, por tanto no reconocer adecuadamente una situación peligrosa o percatarme de la propia ansiedad solamente cuando esta ya es muy elevada. Desde la alexitimia, puedo tener dificultades para reconocer que ese aumento en los latidos y dificultad en el respirar corresponde a algo que puedo denominar «ansiedad»; así, al no poder nombrarla no puedo anticiparla ni pedir ayuda ni manejarla cuando aparece, lo cual hará provocará su aumento.
Por estas razones los enfoques tradicionales del manejo de la ansiedad no funcionan siempre de modo adecuado en el autismo. Inicialmente, es necesario saber si no hay un problema interoceptivo y, de ser así, trabajar la «conciencia interoceptiva»: el aviso que las sensaciones que nuestro cuerpo nos da y la percepción (significado) que les damos. Saber también si existe un problema de alexitimia para trabajar en el reconocimiento de las emociones propias y de los demás (de acuerdo a cómo nuestra cultura las entiende pero, también, adecuándolas a cómo las puede procesar una persona autista).
Una vez que hemos despejado esta dos incógnitas podremos trabajar eficazmente la ansiedad en la persona: su reconocimiento, manejo y la regulación emocional. Una intervención adecuada en autismo es aquella que está informada en las características del procesamiento del cuerpo-mente autista.