Por estos días reviso un hermoso texto llamado «Lost in traslation», una antología de palabras «intraducibles» a otro idioma. Hay una que me sobrecogió particularmente: «komorebi».
«Komorebi» en japonés es un sustantivo que designa «la luz que se filtra a través de las hojas de los árboles».
El lenguaje crea realidades haciendo que nuestra percepción esté más atenta a algunos matices. Un japonés y un peruano verán de igual manera la luz que se filtra entre el ramaje, pero el primero estará más atento a pensar en ella cuando esto ocurra.
Para poder establecer un diálogo necesitamos compartir cierto conocimiento común del mundo, ciertas ideas similares, crear un espacio mental compartido. Si hablo de una «silla» mi oyente y yo tenemos que poder formarnos, conjuntamente, una imagen de «esa» silla, conocer qué uso se le da y para qué le hablo de ella, qué espero del otro al hacerlo.
El tema del libro y estas reflexiones me hacen, inevitablemente, pensar en los fenómenos de la relación neurotípicos – autistas. «Lost in traslation», perdidos en la traducción. Cómo hallar una forma que una y haga sentido a dos formas de empatía distintas, a dos formas de percibir y procesar el mundo. ¿Cómo lograr esa imagen estable y conjunta que garantice que sabemos de qué hablamos pero también qué sabemos y qué esperamos de nuestro encuentro?
Desde el momento en que los autistas interpretan e integran la información sensorial de manera distinta a la neurotípica, hay una percepción del mundo diferente. Procesan mejor los detalles, fijan patrones en las cosas, pueden ver colores y sonidos donde no los habría para otro (sinestesia), hiperfocalizan. Su comuniación y su lenguaje (cuando ocurre) atraviesa instancias diferentes. Para un autista hablar y entender (comunicarse) en «neurotípico» puede ser muy complicado… y viceversa. ¿Quién traduce a quién y cómo?
A los autistas les va muy bien la comunicación multimodal, combinar lo oral (cuando lo hay) con lo escrito (chateando, por ejemplo) o con diversos sistemas de comunicación aumentativa alternativa. Reconocer esto es un primer paso que debe de dar la mayoría neurotípica para intentar entender mejor la perspectiva autista. Ambos pueden ver la luz que se filtra entre el ramaje, cada uno la percibirá distinta; alguno tendrá una palabra para ello, ¿cómo podría enseñársela al otro? Una palabra como un regalo, como un descubrimiento. ¿Y si no existe, serán capaces de ponerse de acuerdo, juntos, en inventar una?
«Komorebi».
Y así para todo en la vida. Traduciendo sin perderse, en neurodiversidad.