(La imagen (imaginación) de este post pertenece a la artista autista Laura Cubas).

«Imaginación» tiene su origen en la palabra latina ‘imago’ que significa «representación, retrato, imagen». Con el correr de los siglos se ha anexado, en nuestro idioma, la noción de «creatividad» en el sentido de asociarse a la fantasía y la capacidad para la formación de ideas o cosas nuevas.

Cuando Lorna Wing planteó en 1979 su ya famosa «tríada» planteó el área de la imaginación (junto con la comunicación e interacción) como una en la que los autistas presentaban un déficit (con el tiempo se pasó a asociar las «dificultades» de imaginación con los «intereses restringidos»). Comenzaba, así, una de las mayores malinterpretaciones y prejuicios hacia el autismo: la falta de imaginación. Esta «carencia» estaba dada, según Wing, en la ausencia del juego simbólico durante el desarrollo infantil, reemplazado por una serie de conductas repetitivas que, a la larga, impedirían el desarrollo de la verdadera imaginación y creatividad: asociar experiencias pasadas y presentes para hacer planes a futuro (Cf: Wing, L. (1996) The Autistic Spectrum. New Update Edition. London: Robinson. pp. 98-99).

La «ausencia» de juego simbólico es parte de las narrativas (al igual que la «falta» de Teoría de la Mente») de la ciencia neurotípica que deshumanizan al autismo. Si este es primordial para la emergencia de la «verdadera» imaginación, entonces los autistas carecen fidedignamente de una capacidad humana esencial.
El objetivo primordial del juego es el disfrute, sin embargo las expectativas neurotípicas lo transforman en algo que «sirva». La lógica de la productividad: el juego simbólico es importante porque luego permitirá al adulto planear el futuro. El juego importa no por su placer sino por el trabajo futuro que posibilitará. Oscar Wilde señalaba que «todo arte es completamente inútil», de igual modo, «todo juego es completamente inútil» en el sentido en que su propósito no es «servir para algo» en el sentido de la producción (laboral).

El juego autista, en su aparente repetición no está exento de imaginación. Como señala el literato autista James McGrath recuerda el alinear autos de juguete como un ejemplo de «juego autista» que sería carente de «imaginación», sin embargo no era sólo alinear, era «imaginar» cómo esa procesión de autos se desplazaba gloriosamente por un determinado carril camino a la casa de su abuela. ¿Dónde está la falta de imaginación?
En los dinosaurios ordenados el niño autista puede imaginar siglos enteros de evolución; la niña autista que dibuja los planetas incansablemente imagina el cosmos en su verdadero sentido: una imagen llena de constelaciones que habita su mente.

El estereotipo que Hollywood nos vende del autista es un hombre (blanco) socialmente poco adaptado que se dedica a alguna carera de ciencias o programación, negado casi totalmente para las letras o las artes. Estereotipo que la ciencia neurotípica se ha dedicado a abonar (los trabajos de Baron-Cohen, por ejemplo). Donde el sesgo de la falta de imaginación supondría que pensar en patrones numéricos sumamente complejos no requiere de una, más bien, altamente excepcional.
Una mirada atenta a los colectivos de adultos autistas, a sus trabajos y publicaciones nos revelará un espectro muy amplio de creatividad (mucho mayor a la típica). Los símbolos son herramientas, el usarlas diferente no quiere decir no saber utilizarlas, puede significar -incluso-hacerlo mejor.

Por Ernesto Reaño

Hola a todos y todas, soy psicólogo y lingüista. Estudié psicología clínica en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Hice mi máster en Ciencias del Lenguaje por la Sorbonne Nouvelle Paris – III (Francia). Realicé especializaciones doctorales en la Universidad Autónoma de Madrid y la Université de Limoges. Hice mi doctorado en Ciencias del Lenguaje por la Université Sorbonne Nouvelle Paris - III (Francia). Desde el 2008 en que regresé al Perú, me a la investigación, dignóstico e intervención en Condiciones del Espectro Autista En el 2009 fundé el Equipo de Investigación y Trabajo en Autismo (EITA). Doy conferencias, seminarios y talleres en el Perú y en el extranjero y soy profesor universitario desde el 2006. En el 2007 escribí el libro “El retorno a la aldea. Neurodiversidad, autismo y electronalidad.” Fui invitado a la ONU el 2 de abril de 2019 en el marco del día mundial de concientización del autismo “Tecnologías de asistencia, participación activa” como ponente en el panel “Comunicación: un derecho humano”.

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