Suele definirse a la interocepción como el “octavo sentido”. A través de ella procesamos y comprendemos las sensaciones internas de nuestro organismo, tanto los estados corporales como los emocionales. En líneas generales, se divide en: a) conciencia interoceptiva (mi estómago “cruje” / mi corazón late más rápido) y b) percepción (o precisión) interoceptiva (“es hambre” / “estoy ansioso”).

La interocepción está relacionada, a nivel cerebral, con la corteza insular. En ella, se detectan e integran las señales de nuestro organismo. Tiene también un papel crucial en el procesamiento emocional, pues recibe señales de áreas cerebrales ligadas a este, como la amígdala y la corteza prefrontal. Muchos autistas presentan retos significativos en la conciencia interoceptiva, lo cual supondrá dificultades significativas en su bienestar físico y emocional. No reconocer apropiadamente las señales internas lleva al descuido de necesidades físicas vitales (como comer o hidratarse adecuadamente) o conseguir una apropiada regulación emocional (el manejo de la ansiedad, por ejemplo).

Según la psicóloga autista y atencionalmente divergente, Megan Anna Nerff, es preciso reconocer el tipo de perfil interoceptivo asociado al patrón de dificultad:

  • Hiposensible (baja respuesta): no se reconocen o decodifican de modo consistente las señales internas del cuerpo. Aquí se ubican aquellos que rara vez sienten sed o hambre y quienes tienen una elevada tolerancia al dolor. Se presentan dificultades para interpretar adecuadamente las emociones, lo cual ocasiona colapsos tipo meltdown (estallido), dificultades en el control de la ira, poca capacidad de autorregulación emocional y una mayor propensión a la ansiedad generalizada y la depresión. Constipación e infecciones urinarias por no reconocer adecuadamente la necesidad de orinar o defecar.
  • Hipersensible (alta respuesta): mayor sensibilidad a las señales internas del cuerpo, lo que mantiene a la persona en un estado de alerta elevada la mayor parte del tiempo. Aquí se ubican aquellos que experimentan sed o hambre con frecuencia, lo que lleva a la sobrehidratación o sobrealimentación. Baja tolerancia al dolor. Dificultad para regular la intensidad emocional y cambios de humor sorpresivos. Mayor necesidad de orinar.
  • Dificultad para interpretar la sensación: esto se da no tanto en la conciencia como en la percepción interoceptiva. Por ejemplo, ser consciente de una incomodidad estomacal y no poder decidir si es hambre o ansiedad. Ocasiona serias dificultades para comprender las emociones propias o satisfacer las necesidades corporales. Por ejemplo, no poder diferenciar un ánimo depresivo de un malestar corporal.

La intervención es mucho más complicada en el caso de la hiposensibilidad. Frente a la hipersensibilidad o a la dificultad para discriminar adecuadamente la sensación interna, no se podrá negar el malestar, ya sea en exceso o confusamente, existiendo la posibilidad de pedir ayuda. En este caso, pueden trabajarse estrategias específicas de regulación o evaluación. Pero ante la falta de conciencia, es imposible actuar a menos que se desarrollen estrategias de registro que la persona o sus cuidadores puedan llevar a cabo. Ejercicios de atención plena (mindfulness) orientados hacia la conciencia del propio cuerpo también son de ayuda.

En cuanto a los registros, son de gran utilidad las cartillas como las propuestas por Positive Partnerships. En ellas, la persona puede anotar la cantidad de agua que ha bebido en el día de acuerdo con la sugerencia de hidratación. También puede hacer un seguimiento de las sensaciones corporales según el contexto. Asimismo, es bastante útil una tabla para observar las heces y determinar si se ha estado comiendo de manera adecuada y equilibrada.

Estos recursos podrán parecer exagerados o faltos de decoro para algunos. Sin embargo, al igual que en tantos otros campos de necesidades de apoyo para autistas, es importante dejar de lado tabúes o enfoques neurotípicos. Nos enfrentamos a retos atípicos que requieren soluciones poco convencionales.

Una persona con una mayor tolerancia al dolor deberá realizar visitas y monitoreos médicos con mayor frecuencia que la población promedio. En mi experiencia con personas autistas, he sido testigo de episodios de peritonitis, cálculos biliares o infecciones severas detectados cuando el riesgo era casi mortal debido a la ausencia de dolor. Es preciso que los profesionales de la salud tengan en cuenta la posibilidad de una baja respuesta interoceptiva en los autistas. Preguntas como, “en una escala del 1 al 10, ¿cuánto te duele?” podrían ser equívocas para aquellos que presentan dificultades para decodificarlo adecuadamente.

La salud mental de los autistas también está en juego en estos escenarios. La “alexitimia”, es decir, la dificultad para reconocer las emociones, se relaciona directamente con las dificultades interoceptivas y, al igual que estas, es una realidad de la que se habla poco. No reconocer la emoción lleva a no poder regular apropiadamente estados de alerta, sobreexcitación y ansiedad, con todo el riesgo que esto implica. Nuestro próximo artículo abordará este tema. En el autismo, siempre es urgente hablar sobre aquello de lo que menos se habla: tiende a salvar vidas.

Por Ernesto Reaño

Hola a todos y todas, soy psicólogo y lingüista. Estudié psicología clínica en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Hice mi máster en Ciencias del Lenguaje por la Sorbonne Nouvelle Paris – III (Francia). Realicé especializaciones doctorales en la Universidad Autónoma de Madrid y la Université de Limoges. Hice mi doctorado en Ciencias del Lenguaje por la Université Sorbonne Nouvelle Paris - III (Francia). Desde el 2008 en que regresé al Perú, me a la investigación, dignóstico e intervención en Condiciones del Espectro Autista En el 2009 fundé el Equipo de Investigación y Trabajo en Autismo (EITA). Doy conferencias, seminarios y talleres en el Perú y en el extranjero y soy profesor universitario desde el 2006. En el 2007 escribí el libro “El retorno a la aldea. Neurodiversidad, autismo y electronalidad.” Fui invitado a la ONU el 2 de abril de 2019 en el marco del día mundial de concientización del autismo “Tecnologías de asistencia, participación activa” como ponente en el panel “Comunicación: un derecho humano”.

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