El capacitismo mata: el cuerpo-mente autista bajo ataque

Los autistas tenemos una forma de procesamiento cognitivo diferente: monotrópico y sus presupuestos, atención al detalle, procesamiento ascendente (bottom-up), búsqueda de patrones, hiperfoco. Un procesamiento sensorial distinto, con diferencias en cuanto a hiperreactividad e hiporreactividad respecto de la población típica. Una expresión de los afectos, formas empáticas, raramente comprendidas.

Esto no sería problemático si estas particularidades del neurotipo autista encontrasen las adecuaciones y modificaciones necesarias para su bienestar, el intento de un humano entendimiento. Tristemente, sabemos que la expresión de nuestra vida autista encuentra fuertes barreras en su desarrollo en nuestra sociedad neuronormativa y capacitista. Por eso nuestras características devienen impedimentos.

Cuando la respuesta del medio, sostenidamente, me daña a nivel sensorial (no soy capaz de procesar e integrar sus estímulos) y de error sistemático sobre mi manera de percibir e interpretar las situaciones (y tiendo a ser penalizado por ello), por fuerza estaré hipervigilante, sintiéndome bajo amenaza constante.

Repetidos eventos estresantes generan no sólo una profunda desesperanza y pérdida de confianza en la vida, sino un probable trastorno de estrés postraumático complejo.

Frente al trauma, la respuesta humana puede ser de lucha, huida, parálisis o adulación. Sostener cualquiera de estas, prolongadamente, desencadena un exceso de cortisol que se asocia, en el peor de los casos, a muerte neuronal, limitando capacidades y destruyendo el bienestar y la estabilidad emocionales.

No sólo nos encontramos en situación de exclusión por nuestro neurotipo: nuestros cerebros están bajo ataque constante y sostenido. Podrán decir que exagero. Lamentablemente, las cifras de mortalidad en el autismo (entre 18 a 30 años menos de esperanza de vida) son evidencia del maltrato al que se somete al cuerpo-mente autista.

Cuando hablamos del autismo, tendemos a pensar sólo en una variación mental distinta y nos olvidamos de que esa mente se sostiene en un cuerpo; no son módulos aislados, sino una unidad. Es difícil decir dónde empieza una y termina la otra, aunque la tradición cartesiana nos haya llevado a mirarlas por separado.

La neuronormatividad y el capacitismo destruyen el cuerpo-mente. Si una minera envenena un río y mueren personas y el ecosistema circundante, seguramente será considerado un delito. Si la sociedad envenena el medio (sensorial, cognitiva y afectivamente), acortando la vida de miles, ¿no es un delito también?

Luchar contra el capacitismo, contra la neuronormatividad, es imprescindible para todos. Garantiza la vida, es oponerse a la muerte.

Por Ernesto Reaño

Hola a todos y todas, soy psicólogo y lingüista. Estudié psicología clínica en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Hice mi máster en Ciencias del Lenguaje por la Sorbonne Nouvelle Paris – III (Francia). Realicé especializaciones doctorales en la Universidad Autónoma de Madrid y la Université de Limoges. Hice mi doctorado en Ciencias del Lenguaje por la Université Sorbonne Nouvelle Paris - III (Francia). Desde el 2008 en que regresé al Perú, me a la investigación, dignóstico e intervención en Condiciones del Espectro Autista En el 2009 fundé el Equipo de Investigación y Trabajo en Autismo (EITA). Doy conferencias, seminarios y talleres en el Perú y en el extranjero y soy profesor universitario desde el 2006. En el 2007 escribí el libro “El retorno a la aldea. Neurodiversidad, autismo y electronalidad.” Fui invitado a la ONU el 2 de abril de 2019 en el marco del día mundial de concientización del autismo “Tecnologías de asistencia, participación activa” como ponente en el panel “Comunicación: un derecho humano”.

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