Hace unos días copié un texto de la Dra. Nick Walker, educadora y escritora autista, el cual se resume, esencialmente, en la frase: «el autismo no es una discapacidad, las personas autista están discapacitadas». Esta afirmación se centra en el modelo social de la discapacidad. Desde el modelo médico, la discapacidad está en el individuo; en el modelo social, la persona puede presentar una «ausencia» en ciertas capacidades que el grupo mayoritario posee («impairment», en inglés), lo cual crea un grupo de necesidades para acceder a la interacción; la discapacidad emerge cuando esas necesidades no se traducen en acomodaciones y herramientas pertinentes que permitan superar o manejar las barreras del entorno.
Hay algo que debemos tener el claro: las adecuaciones que se deben dar a la persona autista no son para que desarrolle la misma «capacidad» que la persona neurotípica o que «produzca» como ella. Las adecuaciones se dan: 1) por un tema de justicia y 2) por un tema de bienestar en la interacción con el entorno. Una persona autista con las adecuaciones necesarias sigue siendo autista, lo que cambia es su experiencia de confort y calidad de vida respecto a no tenerlas. Hay autistas que requieren mayores necesidades de apoyo, no por «severidad» sino porque experimentan mayores desafíos. Un autista no hablante sin un sistema de comunicación aumentativo alternativo puede ser visto como «severo». Al tener acceso a él puede expresarse, escolarizarse quizá de manera regular y estudiar bajo sistemas de convivencia adecuados y lograr una carrera. ¿Dejó de ser «severo»? Nunca lo fue, simplemente accedió a las herramientas y adecuaciones que requerían sus necesidades.
Las acomodaciones que se dan respecto de las necesidades deben hacer que cada persona autista interactúe en sociedad de acuerdo a sus posibilidades siendo autista. Repetimos, no para producir como un neurotípico, no para cumplir con las expectativas neurotípicas de «capacidad». Para ser autista, vivir como autista, crear como autista, en menores situaciones de discapacidad, experimentando modos de felicidad que la exclusión no arrebate. De la libertad que no es «normal».